A falta de frío otoñal, que es la
constatación del grave problema de cambio climático que sufrimos, la Navidad no
parece que vaya a estar marcada por el blanco de la nieve. En Extremadura, tras
la aprobación de su tramitación, los presupuestos para el año 2017 comenzarán a
marcar el nuevo año y, si se consigue el
necesario consenso, más de una década y por consiguiente un relevante porvenir
verde.
En un reciente artículo de
opinión el catedrático de Ciencia Política Fernando Vallespín argumentaba con
gran lucidez, juicio y erudición que el actual debate político, basado en la
simplificación, nos lleva a “un paisaje
de devastación moral y confrontación que abre nuevas fracturas sin ser capaz de
cerrar las que les dieron origen. Añadimos fuego al fuego”.
Vallespín, considera necesario
ofrecer “un diagnóstico frío y desapasionado, elegir mejores opciones mediante el entendimiento, el acuerdo, el
consenso…, que es fundamental pensar que no hay un único mundo posible y
que en nuestras manos está decidir cómo queremos vivir. Para saberlo deberemos
entendernos, no negar las evidencias fácticas, tolerar a los disidentes y
respetar las opiniones de los demás”.
La política actual,
efectivamente, parece estar marcada por la impostura, la inmediatez, la
simplificación. El socialismo siempre se ha visto enriquecido por el debate,
las diferencias, el análisis y la dialéctica. Los que aspiran a cambiar la
política parece que no tienen sosiego para actuar de manera más reflexiva, se
critica a la Junta de Extremadura en el debate de presupuestos, pero no se presentan propuestas realizables para
mejorar el día a día de los hombres y mujeres que han decidido establecer su
vida en Extremadura.
Por otro lado la derecha
extremeña quiere aparentar sabiduría económica y responsabilidad, cuando han
sido los causantes de la quiebra y el
aumento del déficit de la región y se dedicaron al marketing electoral, con
presupuestos inflados y sin soluciones prácticas para resolver los
numerosos problemas que agravaron con sus políticas y recortes.
La economía verde en Extremadura será una realidad, como es ya un
hecho cada vez más constatado el cambio climático, la simplificación en los
mensajes políticos o una certeza como la llegada anual de la Navidad. En
algunas poblaciones, también de Extremadura, estas fechas se han caracterizado por
el uso del acebo (Ilex aquifolium) como adorno en las viviendas.
Para los que simplifican los
debates o los que lo pervierten sería fácil confundir el acebo (Ilex
aquifolium) con el muérdago (Viscum álbum) y se quedarían tan
frescos, ya que ambas especies son utilizadas en estas fechas Navideñas, pero
al entrar en el detalle, en el estudio, en el análisis, se podría comprobar que
mientras el acebo es un pequeño arbolito muy apreciado, que incluso ha dado
nombre a un municipio de la sierra de Gata y que actualmente está protegido, el
muérdago es una especie semiparásita que crece en las ramas de otras especies
de árboles.
Por ello es fundamental evitar el
clima de confrontación permanente para buscar una supuesta rentabilidad
política y encontrar el consenso, el acuerdo y el compromiso de apoyo a
iniciativas que pueden conllevar el desarrollo
sostenible de esta región, que pueden ser considerados un ejemplo de un nuevo modelo de economía
circular y en la que Extremadura puede estar en la vanguardia, dejando los
discursos agoreros, pesimistas y oportunistas para no caer en el ridículo de confundir el acebo con el muérdago.
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