Después de 4 años y 6 meses de
desgobierno de Rajoy, especialmente en Extremadura, parece que se suman las malas noticias para el campo extremeño,
para todas las extremeñas y extremeños que viven en las zonas rurales y
dependen de la buena marcha de la agricultura para poder obtener ingresos que
garanticen una mínima calidad de vida.
Durante la campaña hemos conocido
cómo Rajoy ha vuelto a Extremadura de pasada, pero sin comprometer nada para el
futuro de esta tierra. Olvidando las necesidades de la ciudadanía extremeña, ninguneando a las afectadas y afectados por
el incendio del año pasado en la Sierra de Gata, que aún esperan
decepcionados la aprobación de un Real Decreto Ley de Ayudas que palíe sus
pérdidas.
Pero si cabe, más grave es la
actitud vengativa para con algunas comarcas extremeñas, no sólo la Sierra de
Gata tras el intencionado incendio de agosto de 2015, también hacia el Valle
del Jerte, donde se preguntan en plena campaña de recogida de cerezas por qué Rajoy está ordenando que los inspectores se
dediquen a sancionar a familiares de los agricultores que están recolectando
las cerezas en sus fincas. Pareciera que a Rajoy no le gustan las cerezas,
quizá por ser rojas.
El cerezo (Prunus avium) cuenta con numerosas variedades en el Valle del
Jerte, las más conocidas las denominadas popularmente “Picotas”, este año
climatológicamente extraño para la agricultura está siendo especialmente malo
para los agricultores, que a la vez tienen que aguantar las inspecciones
enviadas a sus parcelas por el PP, los bajos precios y la escasa cosecha.
En plena campaña electoral Rajoy
se despachó con la afirmación que en España la gente es buena, menos los que no
votan al PP que esos son malos. Lo dañino
para este país han sido sus políticas, lo nocivo para esta región han sido sus
medidas, sus decisiones o sus olvidos, continuando con el abandono e
indiferencia secular de la derecha para con Extremadura.
Al parecer Rajoy se emociona con las alcachofas, pero poco con las cerezas, a
pesar de su inmovilismo pasa el tiempo en el sillón de la Moncloa siguiendo los
acontecimientos deportivos, pues los relacionados con la agricultura parecen
preocuparle poco. Conociendo que el PP
Extremeño no ha realizado actos de campaña sino paseos y visitas
repartiendo claveles azules, se demuestra que su fobia al rojo llega hasta los extremos de lo irracional e
incomprensible.
Quizá con la ayuda del PP
Extremeño querrían haber cambiado los colores de los frutos, como hicieron con
las moquetas y las sillas de los espacios públicos. Mientras la derecha se
preocupaba de los colores, el PSOE en este año de gobierno, en la de nuevo
oficialmente denominada Junta de Extremadura, se ha dedicado a abrir las
urgencias rurales cerradas, devolver la gratuidad
del transporte escolar en bachillerato y FP, contratar a 500 maestros más,
abrir los comedores escolares más tiempo, mantener el apoyo por el desarrollo
rural…
Nuestra seña de identidad es la apuesta del PSOE por la igualdad,
por la igualdad en todos los ámbitos, entre mujeres y hombres, pero también
entre las zonas rurales y las ciudades, por eso los socialistas y las
socialistas apoyaremos el mantenimiento de servicios públicos en los pequeños
municipios, apostando por abrir las urgencias, los colegios, las bibliotecas,
las casas de cultura, los centros temáticos en el medio rural. Desde el
compromiso y desde el convencimiento de que la política puede conseguir la
felicidad de la gente, como afirmaba Pepe
Mujica, “porque el hombre es social por naturaleza, vive en sociedad se
socializa y por tanto es socialista”.