jueves, 27 de diciembre de 2018

La radicalidad invasora


Mucho se ha analizado tras la celebración de las elecciones andaluzas, análisis tanto de la baja participación como del ascenso de la extrema derecha, intentando dar explicación al descenso de escaños por parte del PSOE y Podemos, que ha dejado, por primera vez, a la izquierda, en Andalucía, por debajo de la mayoría parlamentaria.


Los analistas políticos han dado todo tipo de argumentos y explicaciones sobre el escenario surgido tras estas elecciones, justificando el resultado por la situación en Cataluña, por la falta de celebración de elecciones generales, por la campaña realizada por los partidos de izquierda…, pero reconociendo que nadie había pronosticado ese resultado.

Lo que parece evidente es que las palabras del Ministro de Cultura, José Guirao, en la Conferencia Europea celebrada el pasado 24 de noviembre en Badajoz, afirmando “el peligro que supone que se instale en la sociedad la generalización de que problemas complejos tengan soluciones sencillas”, han sido en este caso todo un augurio de lo sucedido en las pasadas elecciones.

Los responsables políticos debemos trasladar a la ciudadanía que para esos problemas complejos no siempre puede haber soluciones sencillas, explicarlo con claridad, porque no hay recetas mágicas. Es necesario para que no se repitan los errores del pasado, errores que en lugar de mejorar la vida de la ciudadanía provocaron pobreza, guerras y odios exacerbados e injustificados.

Cuando se crispa, se insulta permanentemente, se miente y engaña a la ciudadanía proponiendo soluciones sencillas a problemas complejos, ofreciendo mensajes propios de la extrema derecha, si también de la extrema derecha europea, se corre el riesgo que en lugar de a la copia, los votantes decidan votar al original. Esto es lo que ha hecho el PP desde la moción de censura a Rajoy, moción que podría haber evitado con su dimisión obligada por la insoportable corrupción que inunda al PP.

Aplicando postulados totalitarios, radicales, discursos catastrofistas, que pretenden embaucar al electorado con soluciones sencillas se suscita odio al diferente desde los atriles, se acaba con la razón, la palabra se convierte en un arma tóxica que genera rencor y destrucción, la más preocupante la de la convivencia. La palabra nunca puede convertirse en arma de destrucción, debe ser la herramienta para el acuerdo y el diálogo. No debe ser un producto tóxico como lo es un herbicida.

El herbicida más utilizado es el glifosato, su aplicación generalizada ha ocasionado que se extiendan malas hierbas resistentes como el (Amaranthus palmeri) u otras que aprovechan el uso del herbicida y la eliminación de especies competidoras para extenderse, como la (Dittrichia graveolens) popularmente conocida como olivarda, oliverdilla o matapurga, que invaden los campos y las cunetas de las carreteras de nuestra geografía.


Eso está sucediendo con la extrema derecha que es la que se refuerza en este escenario, porque es “el original”, son los que se favorecen de la toxicidad, al igual que la olivarda, porque se mueven en su entorno natural y por tanto son los únicos que se benefician de la situación política actual. Cabría desear que todos buscásemos soluciones a esos problemas complejos, con acuerdos, participación ciudadana, colaboración entre partidos y organizaciones…, cada uno desde su responsabilidad y pensando en seguir construyendo una sociedad moderna, libre, tolerante, igualitaria, fuera de postulados individuales y de egoísmos. Las soluciones no siempre son fáciles de explicar ni de aplicar, más aún cuando son complejas, pero deben ofrecerse desde la moderación y la responsabilidad evitando la división y el odio entre la ciudadanía.

Dignidad es 18 de noviembre


Sin duda, el 18 de noviembre quedará como una fecha relevante para la sociedad extremeña. Un año más, miles de extremeños reivindicamos un tren digno para esta región, esta vez, por las calles de Cáceres. A pesar de que la necesaria unidad, que el propósito necesita, se haya visto truncada por el interés partidista y por las ofensivas declaraciones del líder regional del PP.


No deja de ser sorprendente que alguien que ha sido presidente de esta comunidad autónoma divida y clasifique a los extremeños y a las extremeñas en dignos e indignos, dependiendo de dónde se manifiesten por esta causa justa y que debería hacernos reflexionar sobre si desde las declaraciones insolentes y exageradas se está ayudando a darle solución.

Extremadura no necesita líderes políticos que, con sus discursos frívolos, crispen y dividan, ahora necesitamos unidad y responsabilidad para conseguir que, de una vez por todas, esta región consiga el necesario avance en infraestructuras que la hagan competir en igualdad de condiciones y que signifiquen una oportunidad para que se establezcan proyectos y se logren inversiones.

Algunos discursos parecen sacados de los textos cervantinos, tras escucharlos, nos recuerdan a Rinconete y Cortadillo, llenos de engaños y mentiras, además lo hacen con conocimiento pleno e intencionalidad. Será que conociendo día tras día las noticias que afectan al PP ya nadie duda de las mentiras y manipulación permanente que practican, sin tener claro aún quién será el Monipodio que lidera tanta ignominia.


Noviembre es un mes que, en los años en los que el otoño es generoso en lluvias, se llena de setas, cuerpos fructíferos de los hongos, muchas de ellas comestibles, muchas otras indigestas y algunas venenosas. Los discursos como los del PP en Extremadura ya sobrepasan la indigestión, porque suponen que envenenando los oídos a la ciudadanía obtendrán mayor rédito político. Queriendo no perder el voto radical más escorado a la derecha hacia VOX, lo que están favoreciendo precisamente es su crecimiento. Y el crecimiento de la extrema derecha en este país es lo último que necesitamos.

Los hongos atacan muchas especies ornamentales y hortofrutícolas, muchos de ellos han causado estragos, como en el caso del castaño (Castanea sativa) con la tinta (Phytophthora cinnamomi), que ha provocado que los otoños fueran menos ocres y espectaculares en algunas zonas de la región. Para combatir algunos hongos ya no bastan los fungicidas sino que se están repoblando las zonas afectadas con nuevos plantones híbridos.


Por analogía, para combatir los discursos exaltados, excluyentes y derechizados ya no vale solo con no apoyarlos, sino que hay que implicarse, evidenciar nuestra repulsa, recordar otros momentos históricos en los que se banalizaron y explicar sus posibles consecuencias si no hacemos nada, porque la mejor manera de combatirlos será que la ciudadanía, cuando vote, los lleve a la marginalidad y apoye otras alternativas que apuesten por la convivencia y por el respeto al diferente.

Esa será la mayor dignidad de la ciudadanía, demostrar que se castigan esos discursos de exaltación a la derecha y que en algunos casos añoran al franquismo. Porque hablando de dignidad algunos, como decía mi estimado amigo César Serrano, deberían preguntarse “si es más digno manifestarse por la mejora del ferrocarril bajo la lluvia en Cáceres, que irse de viaje a Canarias a cargo del Senado”.

18 de noviembre. Por un tren digno.


Hace un año, el 18 de noviembre de 2017, miles de extremeños y extremeñas fuimos a Madrid, convencidos de que era nuestra obligación reclamar un tren digno para Extremadura. Un tren que no se estropease cada semana, un tren que circulara por vías electrificadas, ya que esta región aún sigue sin tener ni un sólo kilómetro electrificado, un tren que no saliera ardiendo a mitad del camino o que se quedara sin combustible…



Un año después, nada ha mejorado. Necesitamos volver a gritar y recordar a todo el país que exigimos modernizar tanto las líneas ferroviarias como los trenes que por ellas circulan, en algunos tramos a 30 km/h. Por ello debemos volver a salir a la calle, esta vez en Cáceres, mostrando unidad en torno a una reivindicación justa, de nuevo un año después un 18 de noviembre.


Necesitamos volver a ser miles de extremeños los que ocupemos las calles de Cáceres demostrando nuestra indignación, porque es intolerable el olvido secular, en materia ferroviaria, que el gobierno central ha tenido para con Extremadura.

Y lo debemos hacer desde la unidad y desde la verdad, porque no necesitamos excusas para romperla ni intereses electoralistas que dividan ni ocurrencias para justificar el desacuerdo. Precisamos claridad, no enredos ni amenazas como sufrimos día tras día en la política nacional, donde la derecha del país tiende a radicalizar sus posiciones y ridiculizar sus justificaciones.

No necesitamos Secretarios Generales del PP, que por muy ingenieros que se proclamen, no sepan calcular la renta per cápita e intenten engañar burdamente a la ciudadanía, no necesitamos ex ministras del PP distinguiendo a niños, de una región u otra, y clasificándolos de listos o tontos.

La humildad, la honestidad y la verdad deben prevalecer en el debate político porque de lo contrario se favorece el desapego hacia la política y nos convertimos en cómplices de los movimientos populistas y radicales. Por mucho que los responsables políticos del PP no sepan definir a la extrema derecha sus discursos no hacen más que alimentar su crecimiento.

El árbol del mes de noviembre es el madroño (Arbutus unedo) un árbol autóctono y mediterráneo por excelencia, tiene la peculiaridad de que su fruto, aunque comestible, emborracha al que abusa de su ingesta, ya que posee cierta cantidad de alcohol, de hecho “unedo” se refiere a comer uno, porque desde la época romana se recomendaba comer únicamente un fruto para no emborracharse.



Pareciera que más de un cargo de la derecha permanece embriagado de radicalidad y obsesionado con alcanzar el poder, por ejercerlo como propio, sin meditar si lo merecen, si la ciudadanía lo desea, sin alarmarse del fin con el que quieren desprestigiar al adversario político ni las consecuencias de sus discursos. En política deberíamos, como con el fruto del madroño, evitar abusar en este caso de los discursos radicales, de las exageraciones, de anteponer los intereses electoralistas al interés de la ciudadanía y de la mentira.

En Extremadura no necesitamos discursos que se alimenten en exceso de ingesta de madroños, necesitamos discursos exigentes con la deuda histórica que tiene esta región, sin pretender engañar a nadie, pero desde la verdad, desde la unidad, desde la exigencia clara al gobierno de España, porque como afirmó el Presidente de la Junta de Extremadura, Guillermo Fernández Vara, los tiempos de paciencia se agotaron y España está en deuda con Extremadura mientras no haya trenes dignos y las vías ferroviarias sean del siglo XIX.

El fastidio del PP



En el norte de la provincia de Cáceres el mes de septiembre es un mes especial, por la entrada en el calendario del otoño, que supone una modificación sustancial del paisaje de los valles y montañas que se llenan de contrastes cromáticos, ya que los árboles caducifolios dejan de sintetizar la clorofila, debido a la disminución de horas de luz, predominando de esta manera los tonos marrones, ocres y anaranjados. Es especial también por el inicio del “verdeo”, donde los olivicultores comienzan la recolección de la aceituna manzanilla cacereña.

El norte de la provincia de Cáceres tiene altas potencialidades, pero sin duda alguna, una de sus mayores riquezas es la aceituna y su afamado aceite, oro líquido que de ella se obtiene en las almazaras que elaboran alguno de los aceites más reconocidos y premiados por su calidad, que presume de tener las mejores cualidades organolépticas y que merece por ello el distintivo de Denominación de Origen Gata Hurdes.


Septiembre, a su vez, es el mes del comienzo del curso escolar y político. En cuanto al curso escolar se puede resumir citando este titular de la prensa: “el curso escolar empieza con 740 alumnos menos y 274 docenes más en Extremadura”. El curso político, sin embargo, se ha iniciado con una campaña del PP de Extremadura donde intenta convencer a los extremeños acerca de sus acostumbradas falsedades.




El PP de Extremadura lleva el mes de septiembre criticando todas las medidas del gobierno socialista de Guillermo Fernández Vara, hasta su viaje oficial al Vaticano, sin sonrojarse cuando su líder se pasó años cargando viajes a Canarias a costa del Senado, sin que precisamente se pudiera justificar que ninguno de ellos fuera oficial.

Hace unos años ya escribí un artículo en el que comparaba al PP con el barrenillo del olivo Phloeotribus scarabaeoides”, un pequeño escarabajo que va minando poco a poco las ramas de los olivos hasta llegar a secarlas, produciendo un debilitamiento general del árbol y, por tanto, una reducción de la cosecha de aceitunas. Quizá la plaga o enfermedad sea, ahora, aún más peligrosa.

Hablando de peligros, el PP siempre lo ha sido para el sostenimiento de los pilares del estado del bienestar, lo demostró durante los 4 años que gobernó Extremadura, realizando los mayores recortes en sanidad con el cierre de las urgencias rurales y la paralización e intento de privatización del hospital Cáceres, o con la supresión de la gratuidad del transporte escolar para los estudiantes de bachillerato y paralización de obras en colegios como el de Santibáñez el Bajo.


Ahora que se acercan las elecciones de mayo de 2019, el PP pretende engañar a la ciudadanía con mensajes catastrofistas, cuando los peores datos de empleo, con más de 180.000 parados, y los peores datos económicos se dieron la pasada legislatura bajo su gobierno, el que decía que era “el gobierno de los mejores”.

Por ello la mayoría de la ciudadanía extremeña entra en pánico cuando recuerda los recortes y el desgobierno de la derecha en Extremadura, porque sería un fastidio poder perder de nuevo todo lo recuperado y dejar de mejorar nuestra sanidad, educación y atención a la dependencia. Pánico como el que sufren los olivicultores cuando oyen hablar de la bacteria “Xylella fastidiosa” que ha secado miles de hectáreas de olivo en Italia y que este año ya ha sido detectada en Madrid.