miércoles, 12 de noviembre de 2014

El gusano cabezudo y la utopía del bienestar




Hace unos días tuve conocimiento de un informe sobre precariedad y cohesión social que anualmente publica la Fundación FOESSA. Es un informe demoledor, únicamente con leer su introducción se constata la gravedad de la situación, el informe comienza de esta guisa: “hoy en España las personas que no padecen ningún problema de exclusión social se han convertido en una estricta minoría”.  Afirmaciones que apuntan al peligro de que la desigualdad se convierta en crónica y del desplazamiento que se está produciendo entre los grupos de renta de este país que confirma lo que desde el PSOE de Cáceres llevamos afirmando desde hace largo tiempo: que los ricos son cada vez más ricos y los pobres son cada vez más pobres.

El PSOE convirtió en realidad el sueño. Antiguamente considerada utopía (al modo de la Commonwealth de utopía que precisaban Platón, Tomás Moro o la Cristianópolis de Andreae) , de establecer un sistema público de Bienestar Social, el denominado Estado del Bienestar, que día a día se comprueba que está gravemente amenazado, como apunta el estudio de la Fundación FOESSA. Se puede considerar de manera alegórica que el Estado del Bienestar es como un gran cerezo con 4 ramas, cada una de las ramas si cabe con mayor valor: la primera la sanidad, la segunda la educación, la tercera las pensiones y la cuarta la dependencia.

Es típica la formación en vaso de los frutales como el cerezo, con 3 ó 4 ramas principales, continuando con el silogismo podríamos afirmar que el agricultor que formó el cerezo fue socialista, todas las ramas incluso la última (guiada por un ministro salmantino), que podríamos admitir que parte de la rama de la sanidad, fueron formadas por un gobierno socialista. No se recuerda a ningún gobierno de la derecha de este país formando y fortaleciendo al cerezo, más bien al contrario.

Hay quién afirma que los gobiernos del PP se han dedicado a debilitarlo podándolo erróneamente, otros que se han entregado a externalizar su producción, pero mi impresión es que el PP no actúa como el agricultor que cuida el cultivo, sino como la plaga que pretende alimentarse del cerezo.

Una de las plagas más dañinas para el cerezo es el gusano cabezudo (Capnodis tenebrionis), este coleóptero cuasi pétreo en forma adulta, es en estado larvario cuando provoca el mayor daño, ya que se alimenta de las raíces del cerezo, lo que ocasiona el debilitamiento general del árbol, defoliaciones y la muerte de las ramas superiores en primer lugar y hasta la muerte del cerezo cuando los daños afectan a todo el perímetro del cuello y del sistema radicular.

Por consiguiente, no se puede pretender que quien está actuando como una plaga contra el Estado de Bienestar sea el que gobierne y dirija el futuro de las siguientes generaciones. Estamos en un momento esencial, ya que si la plaga continúa atacando y alimentándose del sistema público no habrá tiempo para revertir la situación.

El PP se alimenta del Estado del Bienestar, como el Capnodis tenebrionis se alimenta del cerezo. El PP externaliza, privatiza y hace negocio de lo público, ahora que la construcción ya no es lucrosa, lo intenta con la educación, con la dependencia, con las pensiones y, sobre todo, con la sanidad. La privatización de la sanidad pública es un hecho, como pretende Monago “el trolero y peregrino a las islas afortunadas” con el hospital de Cáceres.

¿Quién no gastaría todos sus ahorros para curar a un hijo? O incluso se endeudaría si la sanidad pública no atendiese al enfermo, como sucede en la sanidad de otros países desarrollados y para deshonra del ministro socialista asesinado por ETA, Ernest Lluch. El negocio está ahora ahí, el PP lo sabe y a fuerza de recortar y hacer creer que no se puede mantener la sanidad pública, pretende desprestigiarla para posteriormente privatizarla. El ejemplo de la Comunidad de Madrid es suficientemente ilustrativo.

No caben ambages, la gente prefiere tener gobernando al agricultor que formó el cerezo, con sus desaciertos y descuidos, que al Capnodis tenebrionis, porque por muy lindo que parezca el coleóptero, sus larvas acabarán poco a poco devorándolo hasta provocar su muerte.


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