Sin duda, el 18 de noviembre quedará como una fecha relevante para la sociedad
extremeña. Un año más, miles de extremeños reivindicamos un tren digno para
esta región, esta vez, por las calles de Cáceres. A pesar de que la necesaria
unidad, que el propósito necesita, se haya visto truncada por el interés
partidista y por las ofensivas declaraciones del líder regional del PP.
No deja de ser sorprendente que
alguien que ha sido presidente de esta comunidad autónoma divida y clasifique a
los extremeños y a las extremeñas en
dignos e indignos, dependiendo de dónde se manifiesten por esta causa justa
y que debería hacernos reflexionar sobre si desde las declaraciones insolentes
y exageradas se está ayudando a darle solución.
Extremadura no necesita líderes
políticos que, con sus discursos frívolos, crispen y dividan, ahora necesitamos unidad y responsabilidad
para conseguir que, de una vez por todas, esta región consiga el necesario
avance en infraestructuras que la hagan competir en igualdad de condiciones y
que signifiquen una oportunidad para que se establezcan proyectos y se logren
inversiones.
Algunos discursos parecen sacados
de los textos cervantinos, tras escucharlos, nos recuerdan a Rinconete y Cortadillo, llenos de
engaños y mentiras, además lo hacen con conocimiento pleno e intencionalidad.
Será que conociendo día tras día las noticias que afectan al PP ya nadie duda
de las mentiras y manipulación permanente que practican, sin tener claro aún
quién será el Monipodio que lidera
tanta ignominia.
Noviembre es un mes que, en los
años en los que el otoño es generoso en lluvias, se llena de setas, cuerpos
fructíferos de los hongos, muchas de ellas comestibles, muchas otras indigestas
y algunas venenosas. Los discursos como
los del PP en Extremadura ya sobrepasan la indigestión, porque suponen que
envenenando los oídos a la ciudadanía obtendrán mayor rédito político.
Queriendo no perder el voto radical más escorado a la derecha hacia VOX, lo que
están favoreciendo precisamente es su crecimiento. Y el crecimiento de la
extrema derecha en este país es lo último que necesitamos.
Los hongos atacan muchas especies
ornamentales y hortofrutícolas, muchos de ellos han causado estragos, como en
el caso del castaño (Castanea sativa) con la tinta (Phytophthora cinnamomi), que ha provocado
que los otoños fueran menos ocres y espectaculares en algunas zonas de la
región. Para combatir algunos hongos ya no bastan los fungicidas sino que se
están repoblando las zonas afectadas con nuevos plantones híbridos.
Por analogía, para combatir los discursos exaltados, excluyentes y
derechizados ya no vale solo con no apoyarlos, sino que hay que implicarse,
evidenciar nuestra repulsa, recordar otros momentos históricos en los que se
banalizaron y explicar sus posibles consecuencias si no hacemos nada, porque la
mejor manera de combatirlos será que la ciudadanía, cuando vote, los lleve a la
marginalidad y apoye otras alternativas que apuesten por la convivencia y por
el respeto al diferente.
Esa será la mayor dignidad de la
ciudadanía, demostrar que se castigan esos discursos de exaltación a la derecha
y que en algunos casos añoran al franquismo. Porque hablando de dignidad
algunos, como decía mi estimado amigo César
Serrano, deberían preguntarse “si es más digno manifestarse por la mejora
del ferrocarril bajo la lluvia en Cáceres, que irse de viaje a Canarias a cargo
del Senado”.
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